Cerrar

Una conversación escrita (versión 6)

Jesús mío, también esta mañana has venido a visitar mi alma; te doy gracias de todo corazón.

Acabamos de asistir al milagro de la Eucaristía: te pido que no te escondas, que vivas conmigo, que te vea, que te toque, que te sienta, que quiera estar siempre junto a Ti, que seas el Rey de mi vida y de mi estudio.

Ya que has venido a mí, te pido que me hables, dime qué quieres de mí. Aunque muchas veces no he escuchado tu voz, hoy sí quiero oírte: dime lo que quieras que haga, pues estoy dispuesto a todo.

Quiero pedirte perdón por todas las ofensas que continuamente recibes. ¡Qué bueno has sido conmigo! ¡Te pido perdón por todos mis pecados! Te amo con todo mi corazón, me pesa haberte ofendido tantas veces, y me propongo, con tu gracia, no volver a ofenderte en adelante. Me entrego a Ti y pongo en tus manos mi voluntad, afectos, deseos y todas mis cosas.

Dios mío, Tú eres todopoderoso: hazme santo. Haz que te ame mucho, haz que me esfuerza más en el estudio, que sea más obediente. Que no diga mentiras. Tú me diste la vida, haz que la gaste pensando en ti y en los demás.

Te quiere pedir muchas cosas... A Ti, Jesús, no te importa que te pida mucho porque puedes mucho.
Te pido por mis padres, para que los cuides, para que yo cada día los quiera más y les dé menos problemas, para que estén orgullosos de mí. Te pido por mis hermanos y te pido por mis amigos. Te pido para que todos nos reunamos contigo en el Cielo.

Te pido por el Papa, te pido por los obispos, por los sacerdotes, por todas las personas que han entregado su vida a Dios, para que sean fieles a su llamada.
Y te pido para todos hagamos con nuestra vida lo que Tú quieres de ella. En especial te pido por los que están más alejados de Ti, para que se den cuenta de que vivir en gracia de Dios es la mayor felicidad de todas.

A la Virgen le hago una súplica muy especial: dame tu ayuda para vivir con finura la virtud de la santa pureza y haz que hoy sea un buen cristiano, un buen hijo de Dios y que sepa ser valiente a la hora del apostolado.

Para terminar, te hago una súplica muy especial: Mira, Jesús; tu Iglesia y el mundo necesitan hombres y mujeres generosos, que se entreguen a Ti para ser apóstoles tuyos. Elige de entre nosotros a los que quieras; llama y da la valentía de dejarlo todo y seguirte para ser sembradores de tu doctrina de amor y portadores de tu salvación.

Invocaciones a Jesús Redentor / Índice