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Después de comulgar

Invocaciones al Santísimo Redentor

Alma de Cristo, santifícame.
Cuerpo de Cristo, sálvame.
Sangre de Cristo, embriágame.
Agua del costado de Cristo, lávame.
Pasión de Cristo confórtame.
¡Oh buen Jesús!, óyeme.
Dentro de tus llagas, escóndeme.
No permitas que me aparte de ti.
Del maligno enemigo, defiéndeme.
En la hora de mi muerte, llámame y mándame ir a ti, para que con tus Santos te alabe, por los siglos de los siglos. Amén.

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Oración a San Miguel Arcángel

Arcángel San Miguel, defiéndenos en la lucha; sé nuestro amparo contra la maldad y la asechanzas del demonio. Te pedimos suplicantes que Dios lo mantenga bajo su imperio; y tú, Príncipe de la milicia celestial, arroja al infierno, a satanás y a los otros espíritus malvados que andan por el mundo tratando de perder a las almas. Amén.

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Oración a la Santísima Virgen

Oh María, Virgen y Madre Santísima, he recibido a tu Hijo amadísimo, que concebiste en tus inmaculadas entrañas, criándolo y alimentándolo con tu pecho, y lo abrazaste amorosamente. Al mismo que te alegraba contemplar y te llenaba de gozo, te lo presento y te lo ofrezco con amor y humildad para que lo abraces, lo quieras con tu corazón y lo ofrezcas como supremo culto de latría a la Santísima Trinidad, por tu honor y por tu gloria, y por mis necesidades y las de todo el mundo. Te ruego, piadosísima Madre, que me alcances el perdón de todos mis pecados y gracia abundante para servirte desde ahora con mayor fidelidad; por último, la gracia de la perseverancia final, para que pueda alabarle contigo por los siglos de los siglos. Amén.

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Oración a san José

Custodio y padre de vírgenes San José, a cuya fiel custodia fueron encomendadas la misma inocencia Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes María. Por estas dos queridísimas prendas, Jesús y María, te ruego y te suplico me alcances que, preservado de toda impureza, sirva siempre con alma limpia, corazón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.

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Actos de fe, adoración y acción de gracias

¡Señor mío, Jesucristo!, creo que verdaderamente estás en mí con tu cuerpo, sangre, alma y divinidad, y lo creo más firmemente que si lo viese con mis propios ojos.

¡Oh, Jesús mío!, yo te adoro presente dentro de mí, y me uno a María santísima, a los ángeles y a los santos para adorarte como mereces.

Te doy gracias, Jesús mío, de todo corazón, porque has venido a mi alma. Virgen santísima, ángel de mi guarda, ángeles y santos del cielo, dad por mí gracias a Dios.

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Ofrecimiento de sí mismo

Toma, Señor, y recibe mi libertad, mi memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad; todo mi haber y mi poseer. Tú me lo diste, a Ti, Señor, lo torno. Todo es tuyo; dispón de ello conforme a tu voluntad. Dame tu amor y gracia, que esto me basta tu gracia, que vacíe mi corazón..., para que lo llenes Tú, mi Amigo, mi Hermano, mi Rey, mi Dios, ¡mi Amor!

Jesús, que mi pobre corazón se llene del océano de tu Amor, con oleadas tales que limpien y expulsen de mí toda mi miseria...

Por salvar al hombre, Señor, mueres en la Cruz; y, sin embargo, por un solo pecado mortal, condenas al hombre a una eternidad infeliz de tormentos...: ¡cuánto te ofende el pecado, y cuánto lo debo odiar!

Dios mío: sólo deseo ser agradable a tus ojos: todo lo demás no me importa. -Madre Inmaculada, haz que me mueva exclusivamente el Amor.

Jesús, no quiero pensar lo que será el "mañana", porque no quiero poner límites a tu generosidad.

Te hablaré de personas que yo quiero mucho para que Tú las bendigas y les des lo que necesiten. Sabes, Jesús, mejor que yo lo que hoy y ahora más conviene a cada uno.

Te pido por la Iglesia, por el Papa, por el Obispo de esta diócesis, por el Prelado del Opus Dei, por los sacerdotes, por los enfermos, por los ancianos, por los niños, por todos los hombres de la tierra. Te pido por las almas del purgatorio y por los pecadores, por los moribundos que están en pecado ¡para que se conviertan y reciban el sacramento de la confesión!

Te pido por mis padres, por mis hermanos, por mis abuelos, por mis compañeros, por....Es posible que haya alguna persona en el mundo que en este momento necesita que yo pida por él: ¡Jesús, ayúdale!

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Acordaos
Acordaos,oh! piadosísima Virgen María, que jamás se ha oído decir, que ninguno de los que han acudido a vuestra protección, implorando vuestra asistencia o aclamando vuestro socorro, haya sido abandonado de Vos.

Animado de vuestra confianza, a Vos también acudo, oh! Madre, Virgen de las vírgenes, que gimiendo bajo el peso de mis pecados me atrevo a comparecer ante vuestra presencia soberana. 

Oh! Madre de Dios, no despreciéis mis súplicas, antes bien escuchadlas y acogedlas benignamente, así sea.

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