¡Qué bueno eres, Dios mío! ¡Cómo me amas! ¡Pobre de mí! ¡qué tonto soy tantas veces! En muchas ocasiones en mi vida me separo o me olvido de ti. Pero de ahora en adelante prefiero perder mi vida mil veces antes que perderte otra vez. A pesar de haber pecado contra ti, me mandas que te ame: Amarás al Señor tu Dios, con todo tu corazón. ¿Quién soy yo, Señor, para que desees que te ame? Puesto que así lo deseas, yo quiero amarte, quiere ser más amigo tuyo. Venga a nosotros tu reino. Jesús bueno, toma, por favor, esta mañana, entera posesión de mi corazón, pues te lo ofrezco todo entero. Apodérate de él para siempre. Hazme más generoso con los demás, especialmente con mis padres. Gracias por la vida y por todas las cosas que me has dado sin que yo me lo merezca. Gracias por la fe y por la educación cristiana que estoy recibiendo. Gracias por mi familia, por mis amigos y por toda la gente que me quiere. Gracias por los sacramentos, tu propia Madre, la Virgen, la gracia santificante, y tantos bienes que me has dado, incluso los que no conozco. Te hablaré de personas que yo quiero mucho para que Tú las bendigas y les des lo que necesiten. Sabes, Jesús, mejor que yo, lo que hoy y ahora más conviene a cada uno. Virgen Santa, Esperanza mía, María, pide para mí a Dios esta doble gracia: la perseverancia final y el amor, no pido más. Invocaciones a Jesús Redentor / Índice
Cerrar![]()
![]()
![]()
![]()
![]()
Una conversación escrita (versión 4)
Te has hecho pan por mí, has vuelto a morir, esta vez sin sufrir, por mí. Señor, te abrazo: Tú eres mi amor y mi vida. No me rechaces.
Tú eres el bien más grande que tengo.
Olvídate, Señor, de todas las veces que no te he tratado como mereces y he pecado contra ti, y apiádate y perdóname; me duelen de todo corazón.
¡Oh Jesús, fortalece mi alma! Ayúdame a vencer la pereza durante el día. Que no deje las cosas del estudio para más tarde, que obedezca a mi madre con más prontitud y cariño.
Te pido primero por mis padres, por mis hermanos, por mis abuelos, por mis amigos y compañeros.
Te pido por la Iglesia, por el Papa, por los Obispos, por los sacerdotes, por los enfermos, por los ancianos, por los niños, por todos los hombres de la tierra.
Te pido por las almas del purgatorio y por los pecadores, por los moribundos que están en pecado ¡para que se conviertan y reciban el sacramento de la confesión!
Es posible que haya alguna persona en el mundo que en este momento necesita que yo pida por él: ¡Jesús, ayúdale!