Cerrar

Una conversación escrita (versión 2)

Señor Jesús, acabo de recibirte en la comunión. Creo de verdad que estás dentro de mí con tu Cuerpo, con tu Sangre, con tu Alma y con tu Divinidad. Creo que en mi alma en gracia está ahora el mismo Cristo que nació en Belén, el mismo que murió en la Cruz, el mismo que hizo ver al ciego Bartimeo y que curó a tantos enfermos..., y lo creo porque lo has dicho Tú, porque yo me fio de Ti.

Y ahora que tengo unos minutos para adorarte, darte gracias, pedirte perdón y suplicar tu ayuda... no dejes que me distraiga, que mi cabeza vuele a mil asuntos que no sean Tú.

Lo primero, Señor, es darte gracias... Gracias por la Santa Misa y haber venido a mi alma, por haberme dado la vida, por haberme hecho cristiano. Gracias por ayudarme a vivir en gracia, por ayudarme en mi vida cristiana. Gracias por mis padres, por mis hermanos, por mis amigos. En especial te agradezco que me hayas puesto a mi lado esas personas que me han acercado a Ti... Gracias, Jesús, por haberte quedado en el Sagrario mendingando mi cariño. Gracias por haberme dado la vocación. Gracias por sostenerme, consolarme y perdonarme tantas veces. Gracias por quererme llevar al Cielo, por quererme como soy.

Y perdón, Señor. Perdón por tantos olvidos, por tantas veces que te he cambiado por mi capricho, por mi egoísmo, por mi pereza y por mi sensualidad. Perdón por mis errores, por mis pecados, por mis faltas de amor... por vivir como si estuvieras allá lejos, fuera de mi vida cotidiana, de mis cosas de cada día. Perdón por no dar la cara por Ti cuando estoy con mis amigos; perdón por tratar mal a los demás. Perdón cuando no he querido ir a visitarte al Sagrario, cuando no he ido a Misa por pura comodidad, cuando he huido de estar unos minutos contigo haciendo la oración... por ser un cicatero y un calculador cuando se trata de darte a Ti mi tiempo.

Y te adoro, Jesús, escondido en mí. Te adoro aunque muchas veces mi vida y mis obras digan lo contrario. Te adoro a Ti que estás en el Sagrario. Te adoro a Ti que eres Dios Hijo, Dios y Hombre verdadero. Te adoro a Ti que eres mi mejor Amigo. Ahora que he comulgado, puedo decir con alegría: Yo estoy con Dios, Dios está conmigo.

Y te pido por tantas cosas... A Ti, Jesús, no te importa que te pida mucho porque puedes mucho. Te pido por el Papa, te pido por los obispos, por los sacerdotes, por todas las personas que han entregado su vida a Dios, para que sean fieles a su llamada, para que no se acobarden cuando lleguen las dificultades, para que sepan que Tú les amas con locura cada día de sus vidas. Y te pido para todos hagamos con nuestra vida lo que Tú quieres de ella.

Te pido por mis padres, para que los cuides, para que yo cada día les quiera más y les de menos problemas, para que estén orgullosos de mí. Te pido por mis hermanos y te pido por mis amigos. Te pido para que todos un día nos reunamos contigo en el cielo. En especial te pido por los que están más alejados de Ti, para que se den cuenta de que vivir en gracia de Dios es la mayor felicidad de todas.

A la Virgen le hago una súplica muy especial: dame tu ayuda para vivir con finura la virtud de la santa pureza y haz que hoy sea un buen cristiano, un buen hijo de Dios y que sepa ser valiente a la hora del apostolado. En Ti, Madre, confío de verdad y sé que no quedaré defraudado.

Invocaciones a Jesús Redentor / Índice