Cerrar

Una conversación escrita (versión 1)

Señor mío Jesucristo, realmente presente en mí, te adoro con todo mi corazón, me uno a la adoración que te rinden en el cielo los ángeles y los santos. Te doy gracias por todo lo bueno que he recibido de ti: la vida, la familia, la fe, los sacramentos, tu propia Madre, la gracia santificante, la vocación, los dones humanos y sobrenaturales y tantos bienes que desconozco...

Gracias Jesús, por la Santa Misa y por la comunión. ¡Qué bueno eres y cuanto me amas! Yo te adoro y te amo. Quiero amarte más, mucho más. ¡Ayúdame! Porque a veces me olvido de ti y, otras veces, me vence la tentación y la maldad.

El pan y el vino, por las palabras de la Consagración se han convertido en tu mismo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. En la Santa Hostia y en el Cáliz estas vivo y eres Dios Y Hombre de verdad, aunque mis ojos no te vean. Creo Señor en este misterio de fe. Te adoro, te amo. Ahora que he comulgado puedo decir con alegría: Dios está conmigo; yo estoy con Dios.

Quiero estar siempre contigo, Jesús, porque tú me amas y yo quiero saber amarte. Quiero tenerte siempre en mi corazón para tener tu fuerza y lograr serte fiel en todo. Necesito especialmente tu fuerza para vivir con delicadeza y reciedumbre la virtud de la santa Pureza que tanto te agrada.

Dame la fortaleza de los mártires para ser valiente ante las tentaciones impuras, para vencer mis malas inclinaciones. ¡Antes morir que pecar! Si tú estás conmigo, te seré fiel.

Quiero desagraviarte, pedirte perdón y consolarte por las ofensas que continuamente recibes. ¡Qué bueno has sido conmigo! ¡Te pido perdón por mis pecados! Te amo con todo mi corazón, me pesa haberte ofendido tantas veces, y me propongo, con tu gracia, no volver a ofenderte en adelante. Me consagro totalmente a ti; te entrego y pongo en tus manos mi voluntad, afectos, deseos y todas mis cosas.

Te hablaré de personas que yo quiero mucho para que Tú las bendigas y les des lo que necesiten. Sabes, Jesús, mejor que yo lo que hoy y ahora más conviene a cada uno.

Te pido por la Iglesia, por el Papa, por los Obispos, por los sacerdotes, por los enfermos, por los ancianos, por los niños, por todos los hombres de la tierra. Te pido por las almas del purgatorio y por los pecadores, por los moribundos que están en pecado ¡para que se conviertan y reciban el sacramento de la confesión!

Te pido por mis padres, por mis hermanos, por mis abuelos, por mis amigos y por el colegio.

Es posible que haya alguna persona en el mundo que en este momento necesita que yo pida por él: ¡Jesús, ayúdale!

Virgen y Madre de Dios, yo me ofrezco por hijo tuyo, y en honra y gloria tuya te ofrezco mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón: en una  palabra todo mi cuerpo y mi alma; y te pido que me alcances la gracia de no cometer jamás un solo pecado. ¡Aquí tienes a tu hijo! En ti, Madre mía, he puesto toda mi confianza y no quedaré confundido.

Invocaciones a Jesús Redentor / Índice