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Las trillizas más famosas: pereza-egoísmo-impureza

Fuente: Apaleado por la pereza(Antonio Pérez Villahoz)

Son las tres hermanastras más conocidas y más famosas en la vida de cualquier cristiano. Cada una de ellas tiene sus características propias y sus poderes particulares, pero las tres, cuando trabajan en equipo, son prácticamente infalibles e invencibles: se comen a quien quieran. Ganan de calle casi cualquier reto al que se enfrentan. Y no dudes que uno al que buscan derrotar de continuo es precisamente a ti.

La pereza tiene como misión dejarte “aplatanao”, sin fuerzas, sin ganas de hacer nada, sin ilusiones. Su misión es bombardear el terreno desde el aire sin dejar apenas nada en pie. Empezará insinuándote que si le haces caso a ella, tu vida será más cómoda y más agradable de lo que eres capaz de imaginar. Al principio te resistirás, pero ella te convencerá que da igual que retrases el momento de ponerte a estudiar, o que dejes para luego la oración o que no pasa nada porque te tumbes en el sofá para ver tu serie preferida. Todo lo que te dice, de primeras, suena bien, es agradable, apetece bastante. Decirle que sí es muy fácil, la verdad.

Tras ella, sin que sepas quién le ha dejado entrar en tu casa, aparece el egoísmo. Es un tipo con peor pinta que la pereza. De primeras no cae bien a casi nadie, pero luego, como ves que estás con pocas fuerzas, apaleado porque pasa el tiempo y todavía no has hecho nada interesante, enseguida establecerás el diálogo con él. Viejo zorro es el egoísmo. Y por eso sabe disfrazar sus consejos de una dulce comprensión. Te susurra al oído que ya es momento de pensar un poco en ti, que te pasas el día obedeciendo a profesores, estudiando hasta tarde, procurando comportarte como un buen cristiano, pero que ya es hora que te dediques un poco de cariño a ti mismo... y claro, a ti eso te encanta escucharlo. Y te empiezas a cerrar en tu mundo personal, en darle gusto a ese yo que cada vez pide más y más... Es la misión del egoísmo... alejarte de los otros, hacer que te encierres en el caparazón de tu comodidad, que no pienses más que en ti y en tus cosas. Sabe muy bien cómo combatir el cuerpo a cuerpo. Es un general de infantería, un francotirador de la generosidad y de todo lo que pudiera despertar en ti el deseo de pensar en Dios y en los demás.

Y entonces, como por arte de magia, hace su aparición la impureza. Tú ya estás medio molido por la pereza y sin apenas fuerzas para no desear que el egoísmo te diga una y otra vez cómo has de comportarte. La pereza te aniquila la reciedumbre y el egoísmo ha matado cualquier pensamiento sobrenatural en tu vida. ¡Qué fácil le resulta entonces a la impureza hacer su trabajo! Es la más repugnante de las trillizas; es soez, maleducada, irrespetuosa... ¡pero es tan sugerente, tan perspicaz, tan sensual... que al final acabas en sus manos! No sabes ni cómo ni porqué pero te han metido las tres en un huerto descomunal. Y eso que tú te ibas a poner a estudiar porque mañana tenías un examen importante...

Así actúan estas tres. Van siempre de la mano, no lo dudes. Una, por sí sola, no es capaz de hacer bien el trabajo, pero casi siempre todo empieza por darle cabida a la pereza, por dejar que nos engatuse de primeras, por no decirle al primer susurro que se vaya.

Por eso es tan importante que te tomes esta pelea en serio. No pienses que da igual lo que hagas. Ellas saben muy bien cómo hacerte la vida imposible. En tus manos está aprender la lección. Muchos antes que tú han sabido decirle que no a estas tres canallas, a estas tres embusteras que prometen una felicidad que en realidad nunca dan.

¡Ojalá, de verdad, aprendas a salir vencedor de esta batalla que se da cada día en tu vida concreta!