Cerrar

Rezar tres Avemarías

Oración con las palabras que usó el Ángel para saludar a la mujer elegida por Dios para ser la que trajera al mesías a la tierra. Son palabras que vienen de Dios. Tres para hacer referencia a la Santísima Trinidad.

Santa Gertrudis fue una monja a la que la Virgen le mostró que le gustaba mucho esta costumbre
"Después del Poder del Padre, la Sabiduría del Hijo, y la Ternura misericordiosa del Espíritu Santo, nada se aproxima al Poder, la Sabiduría y la Ternura misericordiosa de María."

La virgen nos insta a que recemos: “La devoción de las tres Avemarías siempre me fue muy grata… No dejéis de rezarlas y de hacerlas rezar cuanto podáis. Cada día tendréis pruebas de su eficacia…

Prometió a Santa Gertrudis que “a la hora de su muerte me mostraré a él con el brillo de una belleza tan grande, que mi vista le consolará y le comunicará las alegrías celestiales” (Libro El Heraldo Divino)

Las Tres Avemarías fueron aprobadas por SS el Papa León XIII.
Todos los santos doctores de la Iglesia son unánimes en decir con San Alfonso de Ligorio: "Un siervo devoto de María nunca perecerá."

Se tarda poquísimo tiempo:
Cronometrándolo se tarda 1.09 minutos (69 segundos) en promedio después de cronométralo en 4 intentos. Saboreando cada avemaría al decirlas un poco más despacio en promedio han sido 1.44 minutos (104 segundos) después de cronométralos por 3 veces.

Anécdota de San Alfonso María de Ligorio
Cuenta San Alfonso María este sucedido: en 1604, a dos jóvenes de Flandes, que llevaban una mala vida, al pasar una noche en casa de una mujer pecadora, de vida deshonesta, les ocurrió lo que se cuenta.

Ricardo, uno de los jóvenes, salió de aquella casa y cuando llegó a la suya se acostó. Una vez en la cama se acordó de no haber rezado las tres Avemarías, que acostumbraba rezar todos los días a su Madre la Virgen. El sueño ya le había vencido, pero venciendo la pereza las rezó, aunque sin mucha devoción y luego se acostó de nuevo.

Apenas había empezado a dormir notó que alguien golpeaba con fuerza la puerta de su habitación.

Quien golpeaba la puerta era el alma de su amigo. (Cuando morimos, nuestra alma sigue viviendo, y en algunas ocasiones permite Dios que, de forma extraordinaria, actúe físicamente. En este caso lo permitió Dios para que Ricardo cambiase de vida).

Ricardo se levantó y sin abrir la puerta preguntó: 
- ¿Quién eres? 
- ¿Es que no me conoces?, ¡soy un desgraciado, -exclamó triste el alma del amigo- estoy condenado!
- ¿Cómo así?
- Tienes que saber Ricardo que, al salir de aquella casa me atacaron y caí muerto ahogado; mi cuerpo quedó tendido en la mitad de la calle y mi alma está en el infierno. Lo mismo te hubiera pasado a ti, pero Santa María te salvó de él por las tres Avemarías que le rezas cada noche.
Y acabó diciendo: aprovecha esta revelación de la Madre de Dios, tú que tienes tiempo. Y desapareció.

La Virgen quiso que el alma de su amigo le revelase a Ricardo lo sucedido para que cambiase de vida.
Ricardo se puso a llorar y a dar gracias a la Virgen; sonaban entonces las campanas de la iglesia y decidió ir a confesarse y hacer penitencia.
Fue y se lo dijo a los sacerdotes; estos, que no lo creían, se dirigieron a la calle donde estaba el cuerpo de su amigo y lo vieron muerto y tendido en mitad de la calle; comprobaron así que Ricardo no había mentido. A partir de entonces Ricardo cambió de vida e hizo muchas cosas por Dios y por los demás.

Perdona, María, las veces que rezo el Avemaría sin atención. Como de carrerilla, sin darme cuenta de que te lo estoy diciendo a Ti. Procuraré fijarme más en los pronombres en segunda persona (Tú, te, contigo). De todas formas, aunque me siga distrayendo, no me preocupa: sé que te gusta lo que digo, y sabes que te lo digo porque te quiero. Todas las noches te daré las buenas noches rezándote las tres Avemarías,.. ¡con atención!