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¿Tienes sentido la mortificación?

Los cristianos no encuentran en el dolor un placer especial. El masoquismo es contrario a la doctrina de Jesús. Entonces, ¿qué sentido tiene la mortificación cristiana?

La Iglesia Católica siempre ha sostenido que el sacrificio tiene que estar presente en la vida del cristiano, como lo estuvo en la vida de Cristo. El camino de la perfección pasa por la cruz. No hay santidad sin renuncia y sin combate espiritual (Cfr. 2 Tm 4).

La mortificación más habitual a la que se enfrentan los cristianos son las contrariedades de cada día: escuchar con paciencia a los hijos, terminar bien un trabajo cuando se está cansado, procurar no distraerse en Misa, no gastar dinero en provecho propio y darlo como limosna a los necesitados, etcétera. Esa es la principal mortificación en la Iglesia.

Dice Jesús: Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame. Pues el que quiera salvar su vida, la perderá; el que, en cambio, pierda su vida por mí, ése la salvará.

Jesús me pide renuncia -morir a mí mismo- a mis gustos, a mi capricho y comodidad, para entregarme totalmente a Él y a su Iglesia.

La Cruz, para un cristiano, son las dificultades de cada día, las contrariedades, los trabajos, los vencimientos. En mi oración hago el propósito de repetir cuando algo me cueste: Jesús, por amor ningún día sin cruz. «La Cruz coda día. Nulla dies sine cruce! , ningún día sin Cruz: ninguno jornada, en lo que no carguemos con la Cruz del Señor, en la que no aceptemos su yugo» (San Josemaría Escrivá, Es Cristo que posa, nº 176)

Cualquier tiempo es bueno para mejorar en atletismo cristiano, haciendo la maratón de la mortificación. Me propongo concretar cuatro o cinco sacrificios que, con el tiempo, iré cambiando, para que no se me «escape» la Cruz de cada día. Al hacerlo lo ofreceré por alguien y te diré: «Jesús, es por ti, por tu amor»:

• Dejar cada cosa en su sitio.
• Ponerme a estudiar a trabajar puntualmente.
• Estar atento en clase.
• No maltratar los utensilios de trabajo.
• Ceder el sitio y no escoger siempre lo mejor.
• Obedecer a la primera.
• Rezar de rodillas las tres avemarías de la noche.
• Saltar a la primera de la cama (minuto heroico).
• Limpiarme los zapatos y bajar la basura.
• No decir aquel mote que molesta.
• «Pasar» más de la televisión.
• Sonreír cuando me cuesta.
• Dominar el mal humor cuando las cosas no salen como esperaba.
• Retrasar un vaso de agua.
• Dominar la curiosidad.
• No sentarme de cualquier modo.
• No hacer gastos inútiles (caprichos). Dar limosna.
• No reírme de los defectos y fallos de los demás.
• No perder el tiempo con imaginaciones tontas y fantásticas.
• Comer un poco menos de lo que me gusta más y algo de lo que no me gusta'
• Ofrecer el frío y el calor sin quejarme.
• Ofrecer el dolor -de cabeza, muelas, enfermedades- a Jesús.
• No querer tener siempre la razón.
• Doblar la ropa por la noche.
• Ducharme con agua fría al tiempo que digo una oración.
• Llegar puntual.
• No retrasar las normas de piedad -Santo Rosario, oración...-, mejor adelantarlas.