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Tener un horario no es pecado

Fuente: Apaleado por la pereza(Antonio Pérez Villahoz)

Suena a chiste, pero es así. Hay gente, créetelo, que piensa que tener un horario no es pecado pero casi... que someterse a unas obligaciones y cumplirlas (horas de estudio, prácticas de piedad, encargos), guste o no, apetezca mucho o poco, es ser medio masoca y con tendencias paranoicas. Y es que nos cuesta a todos el compromiso, el asumir nuestras responsabilidades con seriedad y luchar por cumplirlas aunque el sentimiento no acompañe.

¿Cuántas veces te has dicho a ti mismo; mañana me pongo a estudiar en serio? ¡Cientos o miles, seguro! Pero llega el día siguiente y volvemos a picar en lo mismo... visitas al frigorífico, un tiempo frente al ordenador o la tablet que acaba siendo eterno, un ir primero a lo fácil y dejar ese examen que se acerca porque no sabemos ni por dónde empezar, ese rato de oración que nos hemos propuesto hacer pero para el que nunca encontramos el hueco perfecto... y así un día y otro. Y todo porque ni siquiera nos hemos preguntado algo tan sencillo como qué tengo que hacer hoy... ¿Tanto cuesta poner blanco sobre negro un horario con lo que he de hacer cada día? Luego la vida será rica en matices y habrá que cambiar cosas, y tener cintura y lo que quieras, pero si empezamos despreciando el tener un horario fijo, luego no nos quejemos de que la pereza haga estragos en nuestra vida.

Una vez un profesor de Colegio hizo la siguiente prueba entre sus alumnos. Pasó un cuestionario a todos y entre otros asuntos preguntaba quién tenía un horario fijo de estudio... Solo 8 de 32 respondieron afirmativamente... ¡Y curiosamente eran los ocho estudiantes mejores de clase! ¡Por algo sería!

Y ahora que tienes un poco más claro la conveniencia de tener un buen horario que incluya tus horas de estudio, tus prácticas de piedad, hobbies y otras obligaciones que tengas, no pienses que todo queda resuelto con esto... ¡El papel del horario nunca estudiará por ti!... No dudes que lo más difícil no es tener un horario..., ¡es cumplirlo! Y aquí la pereza, una vez más, será nuestro peor enemigo. En general, para algunos, es hasta placentero ponerse un horario de estudio y prever lo que voy a hacer cada día. Se sienten seguros cuando lo hacen y confiados en que lo van a cumplir. Parece que tener un horario da fuerzas para enfrentarse a las cosas, y es verdad que es así. Un horario es precisamente algo que nos ordena y nos da esperanzas de cumplir las metas que nos hemos fijado, pero luego esas mismas personas se desaniman porque ven que es algo que cuesta vivir un día y otro. Siempre parece que hay razones de peso para no cumplir ese horario, para saltárselo, para estar siempre instalado en la excepción y en lo extraordinario... y al final da la impresión que lo más extraordinario será que un día sí cumplamos el horario...

¡Seamos serios! Así no hay quien avance... Lo que hemos de hacer es luchar por cumplirlo, dejar de hacer otras cosas que tal vez apetezcan más y cumplir lo que nos hemos comprometido a hacer. Esas son las personas que acaban venciendo su pereza. Y es que el esfuerzo continuado, el hacer un día y otro lo que toca –no lo que apetece–, nos acabará dando una fortaleza de ánimo, una estabilidad de carácter y una tranquilidad de conciencia que nos permitirá ir afrontando cada vez metas más altas y complejas.

Y si en algún momento necesitamos un horario más que nunca es precisamente cuando llegan los fines de semana o las épocas de vacaciones. ¡Cuanto más tiempo libre solemos tener menos cosas de interés acabamos haciendo! No dudes, por tanto, en ponerte una hora fija y clara para levantarte, cuándo cumplirás tu plan de vida, las horas de diversión y de deporte, el momento para hacer los encargos y ayudar en casa... Comprobarás entonces que el día da para mucho, que la pereza no tiene por qué estropear tantas cosas grandes como te ofrece la vida, y que tu relación personal con Dios no puede ni tiene por qué tomarse vacaciones... ¡No lo dudes! Tener un horario y luchar por cumplirlo, te hará una persona más feliz y más capaz de hacer grandes cosas por Dios y por los que te rodean.