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La dirección espiritual es la asistencia o ayuda positiva que una persona recibe de otra que está especialmente calificada, por educación, experiencia y santidad personal, para discernir la voluntad de Dios.

El proceso de dirección busca la aplicación de la voluntad de Dios a la vida personal contando siempre con la asistencia del Espf ritu Santo, que es el principal director de las almas.

La dirección espiritual debe partir de una búsqueda voluntaria de quién se compromete a progresar en la unión con Dios. La Iglesia, por su larga experiencia, reconoce la necesidad de la dirección espiritual ya que, como consecuencia del pecado, el hombre se confunde con facilidad, arrastrado por sus pasiones y con frecuencia llega a justificar sus errores.

El director espiritual, nos ayuda a ser objetivos, separándonos de los apegos que ciegan al alma, para poder ver con claridad la verdad aunque no nos guste.

Te señalo aquí algunos textos de la Sagrada Escritura, de los Papas y los santos que bien pueden ayudarte a entender mejor este medio de formación. Puedes usarlos para tu meditación personal y comentarlos con el Señor.

Trata a un varón piadoso, de quien conoces que sigue los caminos del Señor, cuyo corazón es semejante al tuyo y te compadecerá si te ve caído. Y permanece firme en lo que resuelvas, porque ninguno será para ti más fiel que él. El alma de este hombre piadoso ve mejor las cosas que siete centinelas en lo alto de una atalaya. Y en todas ellas ora por ti al Altísimo, para que te dirija por la senda de la verdad. (Ecl. 37,1,5-19).

Más valen dos que uno solo, porque mejor logran el fruto de su trabajo. Si uno cae el otro le levanta; pero ¡ay del que está solo, que, si cae, no tiene quien le levante! (Ecl 4, 9-10).

Sigue el consejo de los prudentes y no desprecies ningún buen consejo. (Tob 4,18).

Dijeron los discípulos de Emaús: ¿No es verdad que nuestro corazón se enardecía cuando nos hablaba en el camino y nos explicaba la Escritura? (Lc 24, 32).

Para ir hacia el Señor necesitamos siempre una guía, un diálogo. No podemos hacerlo solamente con nuestras reflexiones. Y éste es también el sentido de la eclesialidad de nuestra fe, de encontrar esta guía.

En esta época sigue siendo válido para todas las personas, sacerdotes, consagrados, laicos y especialmente para los jóvenes recurrir a los consejos de un buen padre espiritual, capaz de acompañar a cada uno en el conocimiento profundo de si mismo y conducirlo a la unión íntima con el Señor, para que su existencia esté conforme con el Evangelio. Benedicto XVI (alocución, 16.IX.o9)

En la propia vida no faltan las oscuridades e incluso debilidades. Es el momento de la dirección espiritual personal. Si se habla confiadamente, si se exponen con sencillez las propias luchas interiores, se sale siempre adelante, y no habrá obstáculo ni tentación que logre apartaros de Cristo. Juan Pablo II (Carta a los seminaristas de España, Valencia 8 XI 1982).

El Espíritu Santo da a ciertos fieles dones de sabiduría, de fe y de discernimiento dirigidos a este bien común que es la oración (dirección espiritual). Aquellos y aquellas que han sido dotados de tales dones son verdaderos servidores de la Tradición viva de la oración:
Por eso, el alma que quiere avanzar en la perfección, según el consejo de San Juan de la Cruz, debe "considerar bien entre qué manos se pone porque tal sea el maestro, tal será el discípulo; tal sea el padre, tal será el hijo". Y añade: "No sólo el director debe ser sabio y prudente sino también experimentado... Si el guía espiritual no tiene experiencia de la vida espiritual, es incapaz de conducir por ella a las almas que Dios en todo caso llama, e incluso no las comprenderá. (Catecismo de la Iglesia Católica, núm. 2690).

Una de las cosas más arduas y dificultosas que hay en esta vida es saber ir a Dios y tratar familiarmente con Él. Por esto no se puede este camino andar sin alguna buena guía. San Pedro de Alcántara (Tratado de la oración y meditación, II, 5) recuerda la necesidad de contar con la ayuda de un guía experimentado.
Y adviértase que para este camino, a lo menos para lo más subido de él y aún para lo mediano, apenas se hallará a un guía cabal según todas las partes que ha menester, porque, además de ser sabio y discreto, es menester que sea experimentado. Porque para guiar el espíritu, aunque el fundamento es el saber y la discreción, si no hay experiencia de lo que es puro y verdadero espíritu, no atinará a encaminar al alma en el [camino que lleva hacia Dios], cuando Dios se lo da, ni aún lo entenderá. San Juan de la Cruz (Llama de amor viva, 3, n. ,30) recomienda buscar como acompañante espiritual a una persona sabia, discreta y experimentada en el trato con Dios.

Conviene que conozcas esta doctrina segura: el espíritu propio es mal consejero, mal piloto, para dirigir el alma en las borrascas y tempestades, entre los escollos de la vida interior. Por eso es Voluntad de Dios que la dirección de la nave la lleve un Maestro, para que, con su luz y conocimiento, nos conduzca a puerto seguro. (San Josemaría Escrivá, Camino, n. 59)

La tarea de dirección espiritual hay que orientarla no dedicándose a fabricar criaturas que carecen de juicio propio, y que se limitan a ejecutar materialmente lo que otro les dice; por el contrario, la dirección espiritual debe tender a formar personas de criterio. Y el criterio supone madurez, firmeza de convicciones, conocimiento suficiente de la doctrina, delicadeza de espíritu, educación de la voluntad. (San Josemaría Escrivá. Conversaciones, 93).